Habiendo transcurrido un tiempo prudente que permite reflexionar sobre las manifestaciones de los alumnos en los meses pasados, la sensación que nos queda, y que produce sentimientos encontrados, es: ¿Estaban realmente informados sobre el objetivo principal de la movilización, o por el contrario, no eran más que una masa ignorante guiada por algunos líderes, quienes eran parte de los pocos que conocían el trasfondo del tema en cuestión? Pero si es cosa de ver la patética respuesta de uno de ellos frente a las cámaras, quien ante la pregunta de si sabía el objeto de la marcha, su respuesta fue: "Saludos a mi mamá".
Sin contar a aquellos que tomaron el paro como vacaciones indefinidas, para muchos el tema se transformó en hacer destrozos a la propiedad pública y privada, además de "jugar" a arrancarse de los carabineros, dejando en evidencia de que sus futuros estaba más en el mundo criminal que en la lucha por un futuro mejor.
Esta antidemocrática muestra de conciencia de rebaño, nos deja claro que mientras más grande sea la ignorancia con respecto a un tema, más fácil es para cualquier líder envolver a la gente con argumentos llenos de falacias, algo que no ha cambiado por siglos; que el futuro que le espera a Chile en materia de seres humanos individualistas, que busquen sus propias verdades, no va a ser mejor que el presente, en el que a los crédulos adultos se les llena la cabeza de mentiras y falacias para hacerles creer que está todo bien y que tanto la dignidad como la igualdad de los seres humanos son respetadas. Pero también, que lamentablemente, Chile sigue condenado al doble estándar de sus habitantes, ya que muchos alumnos reclamaban por sus derechos, pero si revisamos sus hojas de anotaciones, el trato hacia sus profesores, la autoridad educativa y hacia sus pares, deja mucho que desear. No se puede ser niño para algunas cosas y pretender ser adulto para otras.
Finalmente, los métodos poco originales usados por los estudiantes para protestar, con esquemas fielmente emulados de la década de los ochenta y anteriores, nos hace darnos cuenta que la continuidad de la cultura se hace copiando a la historia. Por lo tanto, si Chile no se transforma pronto en un país de emprendedores, gente culta, individualista, competitiva y transparente -marcando la diferencia en términos históricos- entonces habremos condenado a las futuras generaciones a la mediocridad de un oscurantismo intelectual.
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