
La realidad, mundial, nos muestra que muchos políticos están lejos de ser intelectuales, y que más que grandes pensadores, se asemejan a un grupo de “opinólogos” con corbata poseedores de un cúmulo específico de conocimiento legal y técnico, pero sin ninguna visión.
Bacon planteaba que: “La prosecución de la política se torna un manicomio destructor cuando se halla divorciada del intelecto. –Es malo confiar el cuidado del cuerpo a empíricos, los cuales sólo poseen unas cuantas recetas en que fían toda su ciencia, pero ignoran la causa de la enfermedad, la constitución de los pacientes, el peligro de los accidentes inesperados, los verdaderos métodos de curación. Por esto, ha de ser peligroso tener un cuerpo civil político regido por gobernantes empíricos, a no ser que éstos se unan a otros que se fundamenten en el saber.”
Los intelectuales dictan leyes justas y democráticas para su pueblo, leyes que traigan beneficio y prosperidad tanto para el rico como para el pobre. Lamentablemente, la realidad, mundial, nos muestra que muchos líderes se esconden detrás del poder y reprimen a todo aquel que cuestione su mediocridad e ineficiencia.
Los intelectuales se perfeccionan, buscan el conocimiento y lo usan para rescatar al pueblo de la oscuridad de la ignorancia; sin embargo, nuevamente la realidad, mundial, deja en evidencia que muchos se hacen rodear por intelectuales, entran en sus círculos y les otorgan galardones tan solo para aparentar lo que no son. La política es mas que hablar bonito o comportarse como si las cosas de estado fueran una lucha de pandillas.
Finalmente, intelecto y política se unen en las palabras de Aristóteles que dicen: “Nuestro estado, será lo suficientemente democrático si los caminos de todas las funciones públicas quedan abiertos para todos; y suficientemente aristocrático si esas mismas funciones quedan exclusivamente reservadas para los que han viajado por esos caminos y han llegado al cabo completamente preparados.”
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