Rituales y lavado de cerebro.

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra rito, de la cual se deriva ritual, como: (Del lat. ritus -us m. [uso, ceremonia, rito]; abl. ritu, con genitivo. [después de la manera de].-). 1. m. Algo que se hace según una costumbre social, ceremonia o un protocolo. 2. m. Conjunto de reglas establecidas para el culto y ceremonias religiosas.

En base a la primera definición no será difícil darse cuenta que desde la antigüedad los seres humanos han sido ritualistas. Somos ritualista para poner la mesa a la hora del almuerzo, para distribuir los diferentes objetos sobre nuestro escritorio, para honrar a la patria o para conquistar a un ser querido; es decir, un ritual involucra todos aquellos elementos y etapas que sentimos son importantes de realizar en pro de un objetivo. Es también todo aquello que nos lleva a sentir que nuestra fuerza interna se va magnificando de tal manera que hacemos de nuestro entorno un todo con nuestro mundo interior. Es el sentimiento que muchos interpretan como la tan llamada trascendencia del espíritu por sobre la materia.

Si bien los elementos de un ritual no son semánticamente objetivos en sí mismos, la interpretación de dichos elementos se torna objetiva en las mentes de quienes asumen un significado en cada elemento o símbolo que ven dentro de un ritual; no obstante, el significado adquirido por parte de un individuo no tendrá impacto si éste no va acompañado de una fuerte carga emocional.

Ante lo anteriormente expuesto, podemos visualizar que un ritual involucra un alto riesgo y peligro para un individuo de autoestima baja, con un conocimiento no muy acabado de la realidad inmediata a su ser político-social-religioso y es por ésta razón que surgen los siguientes cuestionamientos: ¿Qué pasaría si alguien tratara de tornar un ritual en una manipulación mental? Es decir, algo que va desde la objetividad-subjetiva del que habla en conciencia de su posición y manipulación hasta lo objetivo-subjetivo del que escucha y no tiene conciencia que está siendo manipulado. ¿Qué pasaría si un ritual estuviera diseñado por mentes siniestras para trastocar e infringir un fuerte golpe al sentido de la realidad de los miembros del entorno próximo al interlocutor?

Un ritual mal intencionado requiere de tres elementos para surtir efecto: 1. la ignorancia de los que escuchan y no cuestionan la información recibida. 2. De la entrega incondicional de la audiencia hacia los fenómenos que atacan sus sentidos (luces, música, elementos decorativos, etc.) sugestionándolos y llevándolos a sentir y ver cosas inexistentes, y 3. De una baja autoestima o fuerza vital (fáciles de hacer sentir sentimientos de culpa o de deuda por la propia existencia u otros elementos de su propia realidad mental o conceptos de verdad).

El objetivo de un ritual negativo es transmitir un mensaje propagandista e ideologizar a las masas. ¿Cómo? Pavlov explica este fenómeno a través de la “Inhibición Transmarginal”. Este proceso de divide en tres fases. 1. Fase equivalente: apunta a que el cerebro da la misma respuesta tanto a estímulos fuertes como a los débiles. 2. Fase paradójica: nos dice que el cerebro responde más activamente a estímulos débiles que a los fuertes. 3. Fase ultra-paradójica: las respuestas condicionadas y el modelo de comportamiento pasan de positivo a negativo o de negativo a positivo.

El primer paso comienza con un ataque directo a las emociones del individuo, tocar esa fibra que permita lograr una conexión emocional con la persona próxima a tu ser y así, a través de esta conexión, lograr hacerse uno con el otro -pero como esta historia es sobre manipulación e intriga y no de romance- el manipulador siembra algo de sí en la mente del otro los cuales son ciertamente los elementos claves para el sometimiento y el control. Seguidamente, y sin dar descanso a estos ataques directos a las emociones, se agregarán juicios de valor que vayan directamente en contra de aquellos supuestos enemigos del grupo, cosa de involucrar a la masa en una causa común y a la vez darles un sentido de pertenencia al grupo. Así, una vez que el individuo se ha involucrado con el supuesto objetivo trascendente de los creadores del ritual, en el fondo habrá cumplido con el verdadero objetivo de dicho acto y, de esta forma, habrá perdido su individualidad para pasar a ser parte de una masa.

Otros elementos para doblegar la voluntad de otros a través de rituales son: el ayuno en pro de un objetivo “espiritual”, cantar mantras en la meditación en las cuales unidades lingüísticas semánticamente significativas son repetidas constantemente, cantar un himno que represente a un grupo, respuestas programadas ante palabras claves, mediante el uso de drogas que permitan tener experiencias “místicas”, aromas, colores o música, la cual usualmente se usa al tiempo de los latidos del corazón.

Finalmente, no todos los rituales son perversos o persiguen un aspecto negativo ya que existen muchos rituales que son hermosos como aquellos en los cuales los amantes se reúnen a cierta hora y en cierto lugar para jurarse amor eterno en base a elementos, gestos, señales, colores, aromas y palabras claves que son parte de ese hermoso código llamado amor.

Un ritual trascendente y benigno es como el universo en sí mismo, si bien los elementos constituyentes cumplen diferentes roles, al final todos son iguales en grado de importancia y ninguno se impone al otro.


Publicado en el diario electrónico Chasquis.cl el día 14 de Marzo de 2008.

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