¡Vive!

Muchos viven para aparentar y otros aparentan para vivir. La vida pereciera ser una eterna representación donde el fin último es darle en el gusto a los patrones sociales históricamente establecidos, como si la continuidad de la viejas costumbres fuera un modelo perfecto e impermeable donde los hombres encuentran una suerte de guía para sus vidas.
¿Y por qué debe ser de esa forma? ¿Acaso el hombre sabio e inteligente no encuentra su propio camino en el hecho de transgredir los patrones culturales y luego volver al eterno retorno para ayudar a la evolución de la conciencia colectiva del grupo humano donde se encuentra inserto?
Darle en el gusto a la sociedad no es ser un ser social, es ser parte de un rebaño donde solo unos pocos deciden que hacer con tu vida ¡que patético!
El doble standard que vive nuestra sociedad se correlaciona con el hecho de que no se valoriza al más capaz ni al más inteligente al momento de elegir para un cargo de cualquier tipo, sino que se elige al que sirve mejor, al esclavo, a aquel que cumple la voluntad de sus amos e incluso está dispuesto a asumir culpas ajenas.

La vida es una eterna representación” decía William Shakespeare, y que razón tenía, este país perdió la expontaneidad. Aquella cualidad que caracterizaba a los chilenos de mediados del siglo pasado. Vivir agradando al resto para recibir las migajas del reconocimiento por un trabajo cumplido, por un amor mendigo y no reconocido, o simplemente por agradar un círculo social determinado ¿Y donde que la autenticidad del Yo?
¿A quién no le gustaría ser reconocido por lo que es y no por como le puede servir a otros? Ya es hora del despertar de una democracia verdadera, transparente y lejos de las hipocresías derivadas de las pseudo castas sociales, diferencias religiosas y orientaciones políticas de todo tipo, ya que así como el loco vive su mundo y es feliz, en muchos casos, muchos andan por la vida haciendo el loco prometiendo verdades que nunca cumplirán, ya que las promesas son eternas pero la vida es corta y de una vida corta las promesas sobran.
Que la única ley sea vivir el ahora, pensando que nuestras alegrías del momento serán aquellos hermoso recuerdos de nuestra vejez. Y que la próxima vez que digamos “hola, yo soy...” no nos sintamos como mentirosos sino como seres humanos orgullosos de nuestra cuna, de nuestro color, de nuestra razón de ser, mira que al final de los tiempos, no hay ni riqueza, ideología, ni poder que salve al hombre de la muerte.


Artículo publicado en el diario La Estrella de Arica el día sábado 13 de Mayo de 2006

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