
Un sistema populista siempre se preocupará más de adular a los pobres (que tengan derecho a voto) con regalos y beneficios financiados por el estado que darles trabajo. En el primer caso se crea una dependencia psicológica y emocional hacia aquel que tiene el poder ya que en el segundo caso, una persona que satisface sus necesidades libremente en base al fruto de su propio esfuerzo, va a ser también libre de elegir sin ataduras que tipo de gobierno es el que más le conviene, como es el caso de la clase media y alta. No obstante, surge la siguiente pregunta ¿Que es mejor, un gobierno que da trabajo a los pobres, o un gobierno que mantiene a los pobres mediante regalos? El populismo apela a los sentimientos de las masas en torno a una problema común pero que esconde en si mismo una intención oscura que nace en el seno de una crisis político-social generalizada y que se torna insostenible para la mayoría.
América latina ha sido lejos el laboratorio predilecto de muchos líderes quienes han amasado grandes movimientos populistas con consecuencias, en muchos casos nefastas para los pueblos. El populismo latino americano nace en los años 30 aproximadamente de la mano de gobiernos débiles y corruptos el cual se sustenta mediante la manipulación de temáticas sensibles para el pueblo como lo son la esperanza de los más desposeídos en un futuro mejor, un exacerbado pero injustificado sentimiento de nacionalismo frente a enemigos imaginarios, y -el chivo expiatorio favorito de muchos- la manipulación del concepto de justicia social.
Sin embargo, el populismo no podría funcionar si no fuese de la mano de un líder carismático que hiciese de nexo entre las cúpulas de poder y el pueblo, ya que es este líder carismático el lugar donde se depositará toda la confianza de un pueblo completamente desilusionado y enfurecido por la ineptitud de sus gobernantes.
Publicado el día Sábado 12 de Noviembre de 2005 en el diario La Estrella de Arica.
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Ejemplos de populismo los tenemos en Venezuela, Argentina, Bolivia, Perú con su famosa ley de las millas marítima, Chile, Francia y Estados Unidos donde Bush llegó a inventar un enemigo imaginario para justificar una causa personal a costa del pueblo.